sábado, agosto 12, 2006

soliloquio de pizzería


Yo termino esta porción y no como más. Del horno van a seguir sacando pizzas y por ahí a eso de las 4 o 5 de la mañana van a caer unos pibes a comerse una y a tomar una cerveza. Yo, ahora, no quiero más. Seguramente voy a volver otro día y voy a pedir otra pizza, de la misma o de alguna variedad diferente. Seguramente, algún fin de semana, voy a hacer en el horno de mi casa una pizza casera y va a estar más rica - o menos, o igual - que esta pizza. Puedo llegar a comer muchas pizzas más, muchísimas. O quizás sólo tres, o nueve. O ciento ocho.

Nunca conté las pizzas que he comido. Sé, sin embargo, que existe un número para ello.

(¿Cuántas pizzas puede comerse un hombre antes de aburrirse?).

La muerte acota, plantean los existencialistas. La finitud dota de sabor y significado. Esta pizza es rica, esta pizza se va a acabar. Todas estas pizzas, la misma pizzeria, el pizzero, se van a acabar.

Las alternativas, señores, no son demasiado venturosas: la eternidad de pizzas insulsas, por un lado; la muerte (el fin, el “nunca más”, la nada..) de las pizzas por otro.

No es urgente, pero el gremio de los pizzeros debería tomar cartas en el asunto.



Comments: Publicar un comentario



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?