viernes, octubre 21, 2005

el mate metafísico de severiano


Elijo el más chico, de los cinco mates que hay en casa. Evitemos interpretaciones fálico freudianas, pongámonos más posmo. No es un detalle menor, elijo – insisto – el más chico. Me gusta que se termine y volver a llenarlo (que se termine más rápido y volver a llenarlo más rápido).

Ahora, salto dialéctico (trasponemos categorías que, se hace evidente, no son tales): la vida. Ídem. En las cosas; que empiecen y que terminen. Si leo un libro, si estudio alemán, si trabajo para un proyecto del Ministerio de Salud y Acción Social, si voy a clase de natación, si escucho una canción, si salgo, si como un asado o un plato de ñoquis, si camino, corro o juego a la pelota, si veo una película. Me gusta que termine. Incluso, lo he descubierto, suelo apurar su acontecer - una lectura, un café, un dibujo - así termina.

Pienso, luego, en mis ideas. Mi elogio de la novedad, la renovación, el cambio. Es honestidad – me digo -, coherencia, consecuencia. Nadie puede dudar que se trata de mis ideas. Yo, cuerpo, emoción, afán estoy allí. Pero ¿puedo – ahora que lo sé - seguir amparándolas con la misma firmeza? Digo; si me tomara diez minutos más para comer los fideos ¿seguiría sosteniéndolas? Se quebraría - esto seguro - ese continuo entre mi quehacer y mi cavilar. Pero aún, ¿acaso pienso de este modo porque así es como actúo? ¿subió, en algún momento, desde mis manos, mi nerviosidad, sitiando hasta someter mi entendimiento? ¿hasta convencer mi convencimiento? ¿O acaso fue al revés? ¿Y qué hay de Xuxa o Florencia Bertotti? ¿comerán caramelos de miel todo el tiempo? ¿Y Bucay? ¿conservará tal linealidad? ¿Menem?
¿Y por qué me hago tantas preguntas?


Quizás debería atender al modo en que como las tostadas con manteca.

Comments: Publicar un comentario



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?